– Un mensaje de tu ex es como Wi-Fi: promete conexión pronto, pero te desconecta justo cuando más lo necesitas.
– Elegir la última foto de la selfie group es el deporte extremo de los millennials.
– La única vez que me sentí objetivo es cuando mi chocolate me dijo, “tú también eres mi favorito.”
– Cambiar el nombre de la familia a “Los Ardeñadores” fue mi revolución por más risas.
– Si la vida fuera una app, yo sería la versión antigua con demasiados errores de selfie.
– El océano no se preocupa de las olas, ¡ni yo de los “lol” que envias.
– Preferiría un carrusel de memes a una reunión real con explicación de “qué es esto”.
– El reloj marca las ocho y yo todavía quiero hacer una historia de “lo que está en mi cabeza”.
– Sobresalir en el chat grupal: la verdadera prueba de que no eres el estudiante de lugar.
– Los “dinges” de los ex son solo memoriados de los algoritmos del yo culpable.
– “Pensaba que tenía tiempo” es el hechizo que los calendarios ejecutan en domingo por la tarde.
– El botón de “ver más” es la puerta secreta a un universo de “por qué no te lo dije”.
– Los emojis que hacemos al apagar el móvil son el lenguaje universal de longitud ilimitada.
– “Revisa mensajes” se divierte incluso cuando no hay nada que reír.
– Cuando el auto canta en la autopista, creo que ya no necesita más música en WhatsApp.
– The real face-off: que el gatito sea más fotogénico que tu último post.

– Cuando tu foto de perfil es un pastel, la receta secreta es decir “¡fresquito!” cada día.
– Un mensaje sin respuesta es mi nueva forma de decir “llévate a mí.”
– Setear la estatua de oro no significa que seas Dios en el juego de la vida, es solo una foto bonita.
– Si el “me gusta” fuera dinero, mi casa ya estaría en la Bolsa de Valores.
– Hablar sin texto y sin aplauso es mi nuevo desafío de mindfulness.
– Decir adiós con un emoji de luna se muestra más romántico que las chistes de “cubrí la distancia”.
– Cuando la familia manda “buenos días”, la respuesta está esperándote en el botón de “no me llames.”