Algunos creen saberlo todo, pero aún no han aprendido lo que significa confiar.
Cuando escuchas la misma mentira por segunda vez, aprendes a sonreír.
No me convenzas con palabras, sino con acciones.

Te entregué mi corazón y tú sembraste dudas en él.
Ya no miro hacia atrás — ni siquiera hacia ti.
Confié y me quemé; ahora todas las manos me parecen frías como el hielo.

Si has empezado a cuestionar a alguien, ya te estás alejando.
Cuando se rompe la confianza, aunque se repare, siempre queda la cicatriz.
Confiar lleva años, destruir la confianza solo un segundo.

La desconfianza se extiende en el corazón como un veneno silencioso.
No basta con que tus palabras sean ciertas; también tus intenciones deben serlo.
Una vez que se dice una mentira, todo lo que sigue es solo defensa.

La confianza no es un edificio que pueda reconstruirse fácilmente.
La desconfianza hiere más al que más ama.
A medida que crece la duda, el amor se reduce.
Cada duda es una huella del pasado, pero no toda huella es una herida.
Si falta la confianza, la lealtad se vuelve una carga.
Entrar en un corazón es fácil; permanecer en él requiere confianza.
Las lágrimas no suelen caer por la mentira, sino por haber creído en la traición.
La desconfianza no habla; se aleja en silencio.
Cuando el amor empieza a ser cuestionado, guarda silencio.
Confiar requiere valentía; cargar con la desconfianza, soledad.
Donde hay desconfianza, no puede haber paz.
No todo el que te sonríe es amigo de tu corazón.
La desconfianza es una podredumbre que crece a la sombra del amor.
El mayor silencio esconde la desconfianza más profunda.
Cuando se pierde la confianza, las palabras solo hablan al vacío.