El racismo es la mayor vergüenza de la humanidad.
Nuestras diferencias no nos dividen; nuestra humanidad nos une.
No es la raza, sino la humanidad lo que importa.

La arma más fuerte contra el racismo es el amor y la tolerancia.
Cada ser humano es igual; raza, idioma o religión no importa.
El racismo es la cara más oscura de la ignorancia.

La humanidad es la armonía de diferentes colores.
Romper las cadenas del racismo es el primer paso hacia la libertad.
El valor de las personas no está en el color de su piel, sino en sus corazones.

El racismo es una cadena forjada en el alma humana; debe ser rota.
Nuestras diferencias son nuestra riqueza; el racismo es nuestra pobreza.
El racismo es el mayor enemigo del amor y la comprensión.

La humanidad comienza rechazando el racismo.
No el racismo, sino la hermandad mantiene al mundo en pie.
Las personas son hermanos; el racismo nos hace olvidar esto.
El fin del racismo es la pérdida de la humanidad.
Cada raza nace igual y debe vivir igual.
El racismo es una traición a uno mismo.
En lugar de dividir a la humanidad, fortalézcamos juntos.
Luchar contra el racismo es defender la dignidad humana.