La herida más profunda vino de donde más valoré.
Contaste la traición no con palabras, sino con tu silencio.
El amor que vi cuando estabas cerca se convirtió en una mentira cuando estabas lejos.

Esperé, pero olvidaste a quién esperabas.
Fingir que nunca me conociste es mi mayor reproche.
Nunca sentiste la obligación de disculparte tanto como me lastimaste.

Mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, observé tu indiferencia.
Cuando más confié en ti, me apuñalaste por la espalda.
Lo único que aprendí de ti fue la decepción.

Mi reproche está escondido en mi silencio; si alguien lo escucha, que lo explique.
Cuando te fuiste, me di cuenta de que no fue mi ausencia sino tu traición lo que me hirió.
Creí tanto como quise, pero al final me engañaron.

Tus palabras dicen una cosa, tus acciones otra; ¿cuál debo creer?
No fue el dolor lo que me agotó, sino la esperanza interminable.
Me enseñaste la soledad no con tu presencia sino con tu ausencia.
La traición a veces está más cerca de ti; lleva tiempo notarla.
Mi corazón está lleno no de ira sino de decepción.
Nunca miraste atrás; tal vez ese fue el mayor reproche.
Heriste más a quien más amaste; ¿responderás por eso?
Estoy cansado de reprochar; tal vez ahora simplemente no me importa.