Quienes exigen fidelidad mientras ocultan traición son los más peligrosos.
No todos los “te amo” son sinceros — algunos solo son estrategia.
Los silenciosos a menudo traicionan más profundo.

La infidelidad es una mentira que nunca muestra su verdadero rostro.
Una sola traición puede ensuciar una vida de fidelidad.
Algunos te miran a los ojos mientras te clavan el puñal en la espalda.

La infidelidad a menudo sonríe con encanto.
La traición suele disfrazarse de amor.
Quien más toca tu corazón, también puede romperlo con más fuerza.

Lo que parece fidelidad a veces es solo costumbre.
La traición comienza en el silencio y termina en un grito interior.
La infidelidad es ese momento en que el corazón se enfría sin razón.

A veces los más fieles son quienes se van en silencio.
Perdonar una traición es devaluar la fidelidad.
Justificar la infidelidad es haber partido por dentro.
La fidelidad se olvida, pero la traición deja cicatrices eternas.
Cuando quien amas te rompe, es una traición muda.
La traición resuena fuerte en el corazón de los sinceros.
¿Cuántas intenciones falsas se esconden tras miradas sinceras?
La infidelidad es la herida más cruel que se le puede hacer al amor.
No todo aquel que parece fiel está realmente presente.
El rostro del traidor no es feo — su corazón sí lo es.
La fidelidad es rara — no todos pueden sostenerla.
Quien se va sin palabras, también se lleva la última confianza.
El precio de la traición es, a menudo, la pérdida eterna de la confianza.