Perder aquello en lo que has puesto esfuerzo es el momento más difícil donde se pone a prueba tu paciencia y resistencia.
Lo que perdemos con el tiempo son en realidad los sacrificios que la vida nos exige.
Todo lo conseguido sin esfuerzo está condenado a perderse.

Perder es el primer paso para entender el valor de lo que has trabajado.
En manos del tiempo, todo esfuerzo se recompensa o se pierde.
Perder a veces es la oportunidad más valiosa para empezar de nuevo.

Perder a pesar del esfuerzo enseña más que ganar sin aprender.
El tiempo es nuestro activo más valioso; entendemos su valor cuando lo perdemos.
Esforzarse implica arriesgarse a perder, porque proteger lo valioso es difícil.

Perder duele, pero madura con el tiempo.
Los esfuerzos nunca se desperdician; todo lo perdido es un paso hacia un nuevo comienzo.
Cuanto más tiempo pierdes, mejor entiendes el valor de lo que aprecias.

Perder no es la desaparición de tus esfuerzos, sino el inicio de una transformación.
Los esfuerzos realizados con el tiempo a veces dejan marcas invisibles pero permanentes.
Perder es una prueba para nuestros esfuerzos; los fuertes permanecen, los débiles se van.
El esfuerzo y el tiempo son las dos cosas más difíciles de reemplazar cuando se pierden.
Perder es encontrar una nueva dirección en el camino por el que has trabajado.
Las cosas cultivadas con tiempo y esfuerzo dejan huellas incluso si se pierden.
Perder a veces abre la puerta a las mayores ganancias.
Cada momento de esfuerzo lleva dentro el miedo a perder; pero la verdadera pérdida es rendirse.