A veces, el silencio más profundo oculta el dolor más grande.
Sonreí, aunque por dentro estaba roto.
El corazón no duele por romperse, sino por sentirse ignorado.

Las heridas que más duelen son las que no sangran.
El daño no siempre viene con gritos, a veces llega con indiferencia.
Confié en ti, y ahí fue donde me quebré.

Perdoné, pero jamás olvidé lo que sentí.
Algunos silencios gritan todo lo que el alma calla.
Las cicatrices invisibles son las más difíciles de sanar.

Ser fuerte no significa no estar roto.
El tiempo no cura todo, algunas heridas se quedan.
Fingí estar bien para que nadie preguntara.

El dolor enseña a dejar de esperar.
Dije “estoy bien”, pero no lo estaba.
A veces, el adiós más doloroso es el que nunca se dice.
Incluso las almas más fuertes tienen sus grietas.
Me rompí en mil pedazos y aún así sonreí.
Hay miradas que hieren más que mil palabras.
Me alejé para no romperme más.
En el fondo, solo quería ser comprendido